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José Carlos Yrigoyen: “Nuestra clase media tiene matices fascistas”

Poeta, ensayista, crítico literario y novelista, Yrigoyen es uno de los protagonistas de la nueva hornada de prometedores escritores que han surgido en el Perú del siglo XXI.

Publicado: 2016-12-11
José Carlos Yrigoyen Miró Quesada debe ser uno de los personajes más temidos y odiados de nuestro medio literario. Temido y odiado porque, desde su condición de crítico literario, ha sabido lanzar certeros y venenosos dardos contra autores y textos que considera prescindibles. Pero también tiene su parnaso, uno en el que están Pier Paolo Pasolini, Karl Ove Knausgård y el peruano Jaime Bedoya. Pero no solo es crítico, también es un poeta con buena mano, un ensayista lúcido y un novelista en ciernes que ha publicado, en solo dos años, dos novelas que lo muestran como un narrador competente. Invitado al Hay Festival de Arequipa, aprovechamos su presencia para hablar de ‘Orgullosamente solos’, su última novela, donde aborda la vida de Carlos Miró Quesada, su abuelo, uno de los ideólogos del fascismo en el Perú.

Siento que el gran personaje de ‘Orgullosamente solos’, una novela que habla supuestamente sobre tu abuelo, es tu abuela…
El libro nació como una historia política sobre mi abuelo, Carlos Miró Quesada, uno de los ideólogos del fascismo en el Perú, y terminó convirtiéndose en una historia también amorosa. Hasta este volumen, me había resistido a escribir sobre cuestiones sentimentales porque en ellas no me sentía muy cómodo, pero cuando terminé la novela se la di a leer a mi esposa, quien es la primera en leer mis textos, y ella me dijo que le faltaba la historia de mi abuela. En aquella primera versión, solo el 10% del texto hablaba de mi abuela. Curiosamente, mi editor me dijo lo mismo. Entonces, si dos personas con criterio coinciden en un juicio, pues hay que hacerles caso: decidí reescribir la novela.
¡Qué falta de sensibilidad, hombre, para no haberte dado cuenta de que el gran personaje del material que tenías en mano era tu abuela!!! (risas)…
Estaba ensimismado, muy metido en mi historia. Yo creo que lo mejor es tener un par de lectores en quien confiar, quienes te digan tus errores o qué le falta a tu historia. Luego de la reescritura que emprendí, el 40% del libro trataba ya de mi abuela, y es verdad que se convirtió en un personaje tan importante como mi abuelo. Además, su presencia le da más complejidad a alguien que quizás iba a verse, mi abuelo, como un simple fascista, sin matices, sin requiebres, como la encarnación del mal absoluto. La presencia de mi abuela lo humaniza.
¿Cuán consciente eres al escribir un texto narrativo?
En ‘Pequeña novela con cenizas’, mi primera incursión narrativa, caminaba con pasos muy inseguros, y sin mucha conciencia de lo que hacía. Sin embargo, en ‘Orgullosamente solos’ si tenía las cosas muy claras. Mi intención no era escribir la historia de mi abuelo sino cómo él y su vida influyeron en mí. Mi familia materna, los Miró Quesada, llegó a tener, en los años 30, simpatía por el nazismo y el fascismo, y quería saber cómo ese peso histórico me ha influenciado como persona, porque no estamos aislados ni de nuestras familias ni de nuestro pasado, no somos islas de ese continente que forma nuestro pasado. En ese sentido, fue muy consciente de las preguntas que quería responder en el texto. Sin embargo, que seas consciente de las preguntas no te aseguran que obtengas las respuestas. He intentado siempre que mis libros no solo hablen de lo que me importa sino, además, tengan un trasfondo más grande: En ‘Pequeña novela con cenizas’ hablaba de Pier Paolo Pasolini, y en ‘Orgullosamente solos’ de mi familia, los Miró Quesada, y su influencia en la historia del Perú posmoderno, porque el diario El Comercio, del que es dueña, tiene un peso en ese sentido. Además, quería examinar desde dentro, cuáles habrían sido los errores, las manipulaciones y las imposturas que hubo después de la Segunda Guerra Mundial con respecto al fascismo en mi familia materna.
Volvamos a tu abuela. Ella fue una mujer libre en una sociedad pacata y no le importó ser la amante de tu abuelo. ¿Cuánto configuró o determinó esto tu mundo?
Al empezar un libro también me pregunto: “¿Puedo contar esta historia sin ocultar, sin manipular, diciendo siempre la verdad?”. Si la respuesta es positiva, el libro comienza a escribirse. No me suelen importar las opiniones ajenas, me importan las de personas muy queridas. Respondiendo a tu pregunta, pensé que el hecho de pertenecer a una familia ‘alterna’ no me había afectado tanto hasta que comencé a escribir esta historia: entonces, fue consciente que esta situación fue decisiva para muchas cosas que he vivido y que siento.
Por ejemplo...
Si bien tengo el apellido Miró Quesada, nunca me he sentido parte de esa familia: no los frecuentaba, no sabía quiénes eran. Recién a los 11 años me enteré que yo tenía un vínculo con ellos, y todo lo que mi abuela tuvo que pasar por ello, y que a mí también me afectó: siempre la vi sola y no entendía, por ejemplo, cómo ella, habiendo sido esposa de un embajador –porque yo creía que había sido la esposa de mi abuelo– tenía que seguir trabajando en su vejez.
¿Esas cicatrices están también en tu madre?
Ella siempre ha sido muy pragmática y no se dejó carcomer por el rencor. Lo mismo me ha pasado, no tengo ningún rencor. Además, estoy convencido de que este sentimiento no es un buen combustible para escribir. Para escribir, uno debe estar reposado. Esto no significa que uno no haya sentido rabia o rencor, sino que hay que esperar que se nos pasen para, con calma y de manera racional, empezar a escribir y no cobrar venganza a través de la literatura. Ciertamente, la literatura es un tipo de venganza, pero no la leo ni la escribo desde esta perspectiva.
A pesar de ser fascista, tu abuelo termina sus días siendo embajador de Velasco, y todo por el odio profundo que le tenía al Apra. Su odio termina siendo más fuerte que su ideología…
En el fascismo de mi abuelo había mucha ingenuidad. Si siguió ese camino fue, en parte, como consecuencia del asesinato de sus padres por parte del Apra. Claro, luego se radicalizó porque sentía que la violencia y la fuerza del Apra debían ser enfrentadas también con la fuerza y la violencia y, por entonces, esto lo encarnaba el fascismo. Alguna vez, él mismo dijo: “El siglo XX no es para los débiles ni para los timoratos ni para los indecisos, es para la gente de acción, para gente decidida”. Siento que se hizo fascista para confrontar a su mayor enemigo, el Apra, partido por el que sintió siempre rencor y ánimo de venganza, y uno de sus objetivos principales fue impedir, a toda costa, que Haya de la Torre fuese presidente del Perú.
Una de las críticas a ‘Orgullosamente solos’ te acusa de ser demasiado condescendiente con tu abuelo…
Para mí, hubiera sido muy fácil escribir un libro escandaloso diciendo: “Mi abuelo era un fascista, qué horror, qué mal y debemos condenarlo”. Bueno, primero, yo no soy nadie para condenarlo, y segundo, más que condenarlo he intentado comprenderlo. Hizo cosas muy malas, sin duda, pero escribir un libro para condenar el fascismo y a sus protagonistas sería una tarea demasiado fácil y para qué gastar 200 páginas en ellos. Por eso, me propuse entender la situación, buscar el contexto, entender por qué una persona llega a defender una ideología así. Además, si bien las ideologías no se transmiten a través de los genes, aparecen situaciones familiares que nos trasladan estos pensamientos a nuestra personalidad así uno no se dé cuenta. Una de las preguntas que me hago en el libro no es por qué mi abuelo es fascista sino cuánto de fascismo puede haber en mí si soy parte de su historia, de su continuidad.
¿Hay fascismo en ti?
Todos los que pertenecemos a la clase media peruana tenemos matices fascistas. Estas ideas nos fueron transmitidas por nuestros abuelos, por nuestros padres. Por ejemplo, crecí en la Lima de los 80, una Lima separada del Perú emergente, violento y que se iba pauperizando. Bueno, la clase media se negó a ver este país, se fue recluyendo, escondiéndose. Un país que ha pasado por esto tiene un componente fascista, un elemento apartheid.
¿Eres conscientemente racista y clasista?
Estoy convencido de que todos los que pertenecemos a la clase media, lo somos, pero no los enfrentamos. Disimulamos, nos llamamos progresistas, pero todo es impostura, porque en el fondo seguimos pensando como nuestros abuelos, como nuestros padres, y mantenemos los mismos prejuicios y los mismos atavismos. Repito, aunque no soy ajeno a ellos, los enfrento; no quiero ocultarnos sino vencerlos… aunque esta victoria no sea total.
Has dicho que el fujimorismo es fascista…
El fascismo fujimorista es parte de un fascismo popular, que, por lo demás, Keiko y sus seguidores aprovechan muy bien. El fascismo de mi abuelo fue más intelectual. El fascismo intelectual peruano está representado por Carlos Miró Quesada, por José de la Riva Agüero, por Fernán Altuve, por Francisco Tudela. El fascismo popular, para legitimarse, activa un brazo intelectual, por ejemplo, Alberto Fujimori lo tuvo en Pablo Macera y Martha Hildebrandt, en Francisco Tudela y Fernando de Trazegnies. Ahora, aunque recurran a ellos es imposible ocultar la mugre.
¿Entiendes al fujimorismo?
Lo entiendo. Es un fenómeno muy similar al pinochetismo en Chile. Se entiende como resultado de una sociedad tan fragmentada como la nuestra, que ha estereotipado a sus adversarios. El fujimorismo se apoya en el odio y en el miedo, sentimientos en los que se apoyan todos los movimientos fascistas. El fascismo, más que una ideología, es la aceptación del ser humano en bruto, uno que resuelve todo a través de la violencia, el miedo y el odio, y que elimina todo cariz racional para solucionar o vencer los conflictos. Por eso, el fascismo siempre busca un líder carismático que imponga el orden, sobre todo el orden, en la sociedad… por eso, el fujimorismo es el fascismo a la peruana.
¿Volverás a la poesía?
La poesía viene y va. Sucede que esta no aparece cuando uno quiere. Por eso, me gustan más los poetas del silencio antes que los prolíficos: admiro el silencio poético de 23 años de Washington Delgado, los 12 años sin publicar de Cisneros. Ahora, no me veo escribiendo narrativa toda mi vida.
Eres poeta, narrador, ensayista y crítico literario, cosa curiosa en nuestro medio literario…
Es verdad, no hay muchos que transiten todas esas vías, lo de Eielson podría ser uno de esos casos admirables y excepcionales. Quizás, por eso me he sentido muy halagado por los comentarios positivos hacia ‘Orgullosamente solos’.

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