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Andrés Edery: “Hoy, lo más peligroso es el fujimorismo”

Es uno de los más lúcidos caricaturistas del país, y cada día, desde las páginas de El Comercio, nos da lecciones de ciudadanía. Sí, otra vez, Andrés.

Publicado: 2016-12-14
Ha trabajado con Hildebrandt, Throndike, Ampuero, Álvarez Rodrich, Du Bois y demás personajes, muchas veces en las antípodas, del periodismo peruano, y siempre ha sabido mantener la independencia de su trabajo, una independencia que otorga la lucidez y un espíritu crítico y ciudadano. Por eso, Andrés Edery, “Andrés” en sus viñetas, se ha convertido, junto con Carlín y Heduardo, en uno de nuestros más lúcidos caricaturistas, en alguien que hay que seguir porque en sus dibujos está lo que sucede en el país, sus problemas y sus demonios, sus posibilidades y su gente buena… aunque los demonios griten más. Nos lo encontramos en el Hay Festival de Arequipa, y le hicimos esta entrevista.

Contabas en una de tus presentaciones del Hay Festival, que en democracia te has sentido más subversivo que en dictadura, que Alberto Fujimori y Montesinos no le hacían caso a tus dibujos, pero hoy, en democracia, a los destinarios de tus viñetas les da urticaria…
¡No lo entiendo! (ríe). En los 90, cuando gobernaba Fujimori, yo trabajaba en el Liberación de Hildebrandt, pero mis dibujos no tenían ninguna repercusión y nunca recibí ninguna amenaza. Claro, estaba más joven y mi capacidad para dar un mensaje no era la misma de ahora. Te cuento una anécdota: Un día estaba en la redacción y sonó el teléfono. Contesté y escuche: “Gonzáles, te estamos siguiendo los pasos”. “No soy González”, respondí. “Ah, disculpa. Igual dile a González que lo estamos vigilando”. En ese momento envidié a González, porque nunca me habían llamado a amenazarme (risas).
Sin embargo, hoy sí eres víctima de los "trolls". ¿Has creado una coraza suficientemente ancha como para que no te importe lo que digan?
Sí. Apareció porque me di cuenta de que era imposible luchar contra sus ataques. La primera vez que me atacaron fue hace algunos años cuando hice un dibujo sobre Castañeda. Hasta entonces, para mí el Twitter no tenía mayor importancia que la de leer a cierta gente que me importaba. Entonces, me cayeron encima los “trolls” de Castañeda y me asusté, no tanto por lo que podían hacerme, sino que sus expresiones eran bestiales, salvajes. Nunca nadie había reaccionado así por un dibujo mío, ni Fujimori (ríe).
Un insulto de las hordas de Castañeda o de Fujimori es como un ascenso militar, un galón más ganado en tu carrera…
Claro, después me di cuenta de eso: si quien te insulta es gente como esa es un indicativo de que estoy haciendo bien mi trabajo, de que mi viñeta estuvo muy bien. Igual, los bloqueé (risas) y dejaron de importarme… los dejé vivir.
¿Alguna vez te le has “prendido” a alguien? Porque, imagino, por allí van los ataques de esta gente, que solo te les prendes a fujimoristas y castañedistas, y dejas al resto de nuestra fauna política en paz…
Su ceguera es alucinante. Recuerdo que en la campaña previa a la segunda vuelta hice una viñeta en la que PPK estaba bailando un tango con una radiola de los años 20. En eso, alguien de su equipo le dice debe prepararse para el debate con Keiko, y PPK responde: “Tienes razón, ¿quién es el otro candidato”? Eran los días donde PPK parecía no querer ser presidente, cuando abandonó la campaña por varios días para ver a su hija. Al día siguiente publiqué una viñeta sobre Keiko y aparecieron los troles fujimoristas: “Por qué siempre te metes con nosotros, por qué no tocas a PPK”, y demás mentiras. No sé si en verdad me leían o solo tenían ganas de joder. He dibujado también a la gente del Frente Amplio vistiendo los buzos que usa Maduro. La verdad, no tengo “clientitos”; lo que sí tengo es discernimiento: leo, catalogo, categorizo y me fijo en lo más trascendental o en lo más peligroso, y lo cierto es que hoy lo más peligroso es el fujimorismo. Se nos vienen días horribles, siento que todo se va a ir a la mierda, que se nos viene una confrontación terrible. Soy un pesimista y creo que el fujimorismo no va a parar hasta que todo se vaya al carajo. Una de las posibilidades de defensa que tenemos los ciudadanos es que nos organicemos y salgamos a las calles.
¿Estás más cerca de la izquierda?
Me siento de centro, y no tengo problema en que tengamos un gobierno de centro-derecha, como el actual, como de centro-izquierda. Creo que Verónika Mendoza podría ser una buena candidata de cara al 2021 si empieza a distanciarse de ciertos personajes atávicos de su partido, que la anclan al pasado y no la dejan avanzar. Ella parece ser capaz de crear una izquierda moderna.
¿Y Keiko no podría ser una buena presidenta de derecha?
Ya demostró que no. Hizo la finta en Harvard, muchos le dieron el beneficio de la duda, y resulta que todo era mentira.
Trabajaste, entre otros, con Fritz Du Bois, cuyas ideas políticas estaban en las antípodas de las tuyas. ¿Cómo mantienes tu independencia en situaciones como esa?
Fritz fue quien me convocó a El Comercio, y si lo hizo fue por algo. Él sabía que iba a dibujar viñetas que no le iban a gustar, pero también sabía que yo iba a criticar a todo el espectro político, porque lo que hago es una viñeta crítica y no un pasquín propagandístico. Fritz nunca me dijo nada sobre mis dibujos, pero sí sé que dentro del diario hubo gente a la que no le gustó nada que me hubiesen convocado. Hoy me siento muy cómodo en El Comercio, porque si bien no coincido en todo con la línea editorial del diario y con Fernando Berckemeyer, su director, sí vamos juntos en la mayoría de situaciones. Ambos somos de centro, ambos somos liberales.
Vives en Madrid. ¿La distancia te ayuda a tener una mirada más serena del país, más lúcida, menos apasionada?
Sí. Al principio, sentí que esto me iba a jugar en contra, porque me sentía desolado rodeado de tanta Europa. Pero luego me di cuenta de que las noticias del Perú me llegaban sin filtros, sin que nadie me diera su opinión al respecto, que yo obtenía solo mis conclusiones. Es un ejercicio intenso, pero fructífero.
¿Lo que pasa en España te conmueve tanto como lo que sucede en el Perú?
Sí, pero tiene que llegar a un nivel terrible, como el tema de los refugiados, para que yo dibuje una viñeta sobre lo que sucede en Europa. Reconozco que estos temas no son mi fuerte, que la política española la conozco por encima, sin el conocimiento que tengo de lo que pasa en el Perú. No podría hacer una tira sobre los sucesos políticos españoles, no me siento capaz. Soy un especialista en política peruana, pero hasta allí llega mi “especialización”, conozco mis limitaciones (ríe).
¿Qué caricaturistas sigues?
A Carlín lo voy a envidiar toda mi vida (risas). Es un dibujante excepcional, es brutal, es increíble lo buen caricaturista que es. No comparto su posición política (es un hombre de izquierda), pero como dibujante es extraordinario y tiene un humor muy bueno. Heduardo es otro que siempre me ha gustado, sobre todo por su capacidad de síntesis en los textos. En España, quien más me gusta es El Roto: de él aprendí que una viñeta tiene muchas interpretaciones. El Roto te suelta algo fuerte, contundente, que golpea, y uno a veces tiene la sensación de no entenderlo, pero vaya que el golpe se siente, vaya que afecta. Eso trato de hacer con mis viñetas. No me gusta que el mensaje sea del todo revelado, sea del todo explícito.
¿Por qué? En situaciones extremas, como las de ahora, hay que ser directos…
En algunos casos, las viñetas no pueden tener una doble interpretación; pero la mayoría de veces prefiero que el lector complete la pieza y que llegue a una conclusión sin que yo lo guíe u obligue. Este ejercicio es más inteligente. Claro que tengo mis propias intenciones, muchas veces perversas (ríe), pero no quiero que sean evidentes, quiero que las resuelva el lector.
¿A través de qué medios te informas sobre la realidad peruana?
Uso como fuentes de información e inspiración la lectura que hago de casi todas las columnas que se publican en El Comercio, La República, Perú21. También reviso lo que se publica en La Mula, Útero. A Altavoz y Lucidez entro de vez en cuando, pero prefiero más las voces de centro antes que las que se van a un extremo.
Estamos en el Hay Festival, un evento literario. ¿Cuánto te ayuda la literatura en tu trabajo?
Admiro la capacidad que tienen los escritores para transformar y jugar con las situaciones, con el lenguaje. Pero no solo está la literatura, también me sirven el cine, la fotografía, la televisión, el videoarte… todo eso y más me sirven para aplicarlo en una viñeta. Soy baterista amateur, pero aún recuerdo lo que me dijo Hugo Alcázar, mi profesor: “No te fijes solo en la percusión, préstale atención a toda la banda, a toda la orquesta, porque si lo haces tus golpes de tambor van a tener más riqueza, van a tener más sentido”. Lo mismo hago con mis dibujoss, me fijo en todo, me nutro de todo, para luego hacer una síntesis que resulte mejor, como quise hacer con el “tututá” de mi batería, porque detrás de cada viñeta hay toda una orquesta.

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