Es uno de los más importantes directores argentinos de cine. Es más, nos atreveríamos a decir que es uno de los más importantes de América Latina, no solo por la calidad de algunas de sus películas, sino por el tiempo que lleva metido en el mundo de las imágenes. 

Carlos Sorín es uno de los invitados especiales del Festival de Cine de Lima, evento organizado por el Centro Cultural de la Universidad Católica (CCPUCP), que este año celebra sus 23 años de fundado y se ha consolidado como uno de los festivales más importantes de la región y una verdadera fiesta de la cultura en el Perú.

Sorín, nacido en 1944, en Buenos Aires, ha llegado para la presentación de “Joel”, su última película, un drama familiar filmado en la Patagonia argentina, ese territorio tan caro al cineasta.

Si revisamos su larga trayectoria diremos que ya en los 70 se convirtió en Director de Fotografía de cintas como “Este loco verano” (también conocida como “Este verano con Los Iracundos”) y “La familia unida esperando la llegada de Hallewyn”, dirigida por Miguel Dejo, y de dos cintas inconclusas “El adentro” y “La Nueva Francia”, que no pudieron culminarse ya sea por falta de presupuesto o por razones políticas, pues, recordemos, los 70 fueron años de represión y dictadura militar.

DE LOS AÑOS HEROICOS A LA ERA DE LA TECNOLOGÍA

Precisamente, así empieza nuestra charla con Sorín, recordando sus inicios como cineasta, esos de los años 80, con el fin de la dictadura argentina, y la nueva esperanza que, para algunos, significó el arribo a la presidencia de Raúl Alfonsín.

Su primera cinta se llamó “La película del rey”, una comedia biográfica sobre las vicisitudes que sufre un cineasta para filmar la vida de Orélie Antoine de Tounens, el “Rey de la Patagonia”.

Se estrenó en 1986 y Sorín, quien se dedicó durante muchos de su vida a la publicidad, la recuerda con nostalgia… pero también con alivio, sobre todo cuando rememora el proceso de filmación. “Éramos 45 personas, varios camiones y un equipo que pesaba toneladas. Para grabar algunos efectos, una lluvia, por ejemplo, teníamos que ingeniárnoslas y hacer muchos trucos, llevando y trayendo cosas. Un trabajo muy pesado”.

“La tecnología ha cambiado y hoy casi todo el cine que se hace en el mundo es digital”, mientras nos muestra la cámara con la que grabará su nueva película. La saca de un estuche que no tiene más de 12 centímetros de largo por 4 de ancho. El lente de la cámara tiene como máximo 2 centímetros, una pantalla de 3 y un soporte de 8. “Me costó 340 dólares”, nos dice, mientras lanza una gran carcajada.

“Filmando ‘Joel’, mi última película, necesitábamos hacer un efecto. Con la cámara y el equipo de edición que usábamos podíamos hacer ese efecto digitalmente, pero no habíamos pagado por esa opción. Por WhatsApp nos contactamos con nuestro proveedor instalado en Estados Unidos, nos dio las instrucciones de pago para acceder al programa, abonamos 10 dólares a su cuenta, y 15 minutos después estábamos ya filmando con el efecto deseado. En los 80, algo así nos hubiera tomado horas, costado carísimo y, es más, quizás hubiésemos declinado y optado por algo más simple, distinto”, agrega.

Pero no solo están cambiando las maneras de filmar, sino también las formas de ver cine. “Las grandes salas, los cines como los conocemos hoy, desaparecerán, será una cosa de nostálgicos. Quizás queden unos pocos espacios como curiosidad, como una excentricidad, pero la gente preferirá ver las películas en su celular, como casi todos ya hacemos hoy, y no solo con las series sino con los largometrajes. Si alguien quiere una pantalla gigante, pues la instalará en su casa. Los televisores LED cada vez son más grandes y más baratos”, agrega.

Para Sorín, son inútiles las discusiones sobre el soporte y si es cine o no una película estrenada en Netflix. “La cinta que más me ha deslumbrado en los últimos años es “Roma”, de Cuarón, y la vi en un televisor. Luego la vi en el cine, pero la emoción fue la misma y no dependía del soporte sino lo narrado”.

CONTAR UNA HISTORIA

Sorín es un cineasta que ha cambiado mucho. “Los seres humanos somos siempre distintos. Mantenemos una esencia, pero, al menos creativamente, yo siempre me permito ser diferente”.

El cineasta logró un reconocimiento continental importante gracias a “Historias mínimas”, película del 2002 que retrata los asuntos cotidianos, las historias mínimas, de algunos pobladores, cómo no, de la Patagonia.

“Estaba influenciado por el cine iraní de aquellos años. Un cine que, desde la aparente sencillez, hablaba de los problemas que día a día enfrentaban las personas comunes. Sin embargo, hoy no volvería a hacer una película así. “Bombón, el perro” (2004, y que también se estrenó en Lima) seguía esa línea, pero más allá de mis notorias influencias, lo que yo siempre he querido es contar una historia. No soy un “cineasta cinematográfico”, alguien que hace metacine o recurre al metalenguaje. Soy aristotélico en ese aspecto. Busco contar una buena historia con un inicio, un nudo y un desenlace”.

“Joel” es un drama que transcurre, cómo no, en la Patagonia, en el pueblo de Tolhuin, en Tierra del Fuego, la zona más austral del continente. Es protagonizada por Victoria Almeida, Diego Gentile, Ana Katz (gran directora de cine) y el niño Joel Noguera. Tan decisiva es la participación de Joel que, aunque la cinta nació con otro nombre, pronto Sorín decidió cambiarlo por el de su protagonista.

Es invierno y una pareja que no puede tener hijos, y que lleva varios años buscando adoptar un niño y padecer toda la infernal burocracia que implica un acto así en nuestros países, tiene la posibilidad de incorporar a su familia no a un bebé sino a un infante de ocho años. Esto generará muchos conflictos personales, familiares, escolares, comunales.

“La película habla de la discriminación”, nos dice el cineasta. “Yo tenía en mente contar una historia distinta, pero en la mitad del proceso de escritura la historia me fue llevando hacia el tema de la discriminación y a contar el drama de esta mujer que decide se madre y lo que implica su decisión”.

“La maternidad es el hecho fundamental que define lo femenino. No la concepción, que es un asunto de pareja, sino la maternidad, ese ejercicio del cuidado y crianza de un ser humano. Ese proceso está en mi película”, enfatiza Sorín.

La cinta ha recibido buenas críticas y usted puede verla hoy, previa presentación del propio cineasta, en el Centro Cultural de la PUCP (Camino Real 1075, San Isidro).